jueves, 22 de noviembre de 2007

¡Cuánta incultura omahera!


Estoy más feliz que unas castañuelas porque hace tan sólo unos segundos he conseguido hacerme con mi mayor bote en una simple mano: nada más y nada menos que 143 dólares (una miseria para muchos, una auténtica fortuna para mí).

Lo mejor de todo es que el botín lo he conseguido gracias a la ineptitud de mis dos compañeros de mesa. Os explico:

Era Omaha Pot Limit 50$. Al poco de entrar hay un par de subidas, y pese a que yo no llevaba buenas cartas (7759) he decidido ver las apuestas por meras odds del bote. Al final nos hemos quedado sólo tres, momento en el que ha salido el flop de mis sueños: 77K.

El primero en hablar ha pasado y yo he hecho lo mismo porque todavía quedaba otro por hablar y aún me quedaban el turn y el river para exprimirles al máximo (tenía nuts casi insuperables). El último en actuar entonces ha apostado 2$; el primero y yo hemos igualado.

En el turn el primero ha pasado, yo he apostado 4$ y los dos me han visto. En el river, por su parte, ha aparecido la tercera carta de trébol. Con un bote de 42$ el primero ha pasado, yo he puesto 10$, el último ha resubido a 20$ y en ese momento todos hemos ido all-in.

Pues bien, yo me he llevado los 143 dólares con mi póquer... Lógico. ¿Sabéis qué tenían mis adversarios? ¡Pues el que ha quedado segundo tenía un triste color al rey! Es decir, no era tan siquiera color máximo y con una carta doblada ha resubido mi apuesta.

Al que resube con color en K aún le puedo entender, ya que podría haber intentado farolearme y llevarse el bote. Igualmente hubiera sido una jugada arriesgada, ya que su raise era mini y casi seguro que por odds del bote yo lo tendría que haber visto. Lo que ya me parece 100% inexplicable es la actitud del primero en hablar. ¿Qué carajos tendría? Pues no lo sé, ya que no ha llegado a enseñar las cartas.

Por cierto, ¿por qué las castañuelas son tan felices?

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