lunes, 3 de marzo de 2008

La difícil vida del jugador de póquer


El otro día me levanté feliz y comencé a jugar a póquer. Al poco tiempo llegó mi bendita madre, y pese a que me llevo muy bien con ella, me incomodé. En cuestión de cinco minutos me llamó un amigo, me empecé a mosquear, y ya acabé rabioso perdido cuando quince minutos después me llamó otro amigo.

¿Qué me ocurrió? Yo soy una persona alegre y encima aquella mañana me levanté especialmente contento. ¿A qué se debió que 20 minutos después estuviera echando chispas por la boca? Pues bien, ya sé la respuesta: necesito jugar en la soledad más absoluta, y no por tema de concentración precisamente...

"Ve con cuidado con el póquer, que es peligroso". "¿Ya estás dándote al vicio?". "Controla eso, cariño, que puedes acabar muy mal". "Deja de jugar y dedícate a cosas más productivas". Etc. Etc. Etc. Etc. Etc. Etc. Etc.

Es triste, pero no puedo hablar apenas con mis amigos y familiares del póquer, una de mis aficiones favoritas, porque cada vez que lo hago me miran con preocupación y me advierten de los peligros del juego. Al final he optado por vivir el póquer en soledad y silencio. ¡Ni que fueran almorranas!

2 comentarios:

ivan dijo...

Te comprendo perfectamentamente. A mi lo que más me molesta es que venga algún amigo/gilipollas y después de un mal día (todos los tenemos) te diga: - qué? ya perdiste todo lo que tenias eh?. y acaba con un lapidario: -TE LO DIJE. En ese momento es que lo mataba.

Genial el blog. Un saludo

Guido dijo...

El poker no es una afición. Leer es una afición, hacer deporte es una afición, salir con amigos es una afición. El poker es ludo patria y por ende es una enfermedad. Hazle caso a tu madre y a tu amigos.
Just my 50 cents.